23 marzo 2009
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Quizás los "Sueltos de Pedagogía Marista" suscitaron en el Hermano Marista Marino González la redacción de este denso y magistral comentario:
Oímos decir con frecuencia que en los tiempos que nos toca vivir se precisan más testigos que maestros.
Oímos decir con frecuencia que en los tiempos que nos toca vivir se precisan más testigos que maestros.
Pues he aquí los testimonios que dan los Antiguos Alumnos de sus maestros, los Maristas, que les educaron y formaron en sus aulas.
Anualmente se celebran en el Colegio Chamberí de Madrid las Bodas de Plata, de Oro y hasta de Diamante de los alumnos que hace 25, 50 o 60 años frecuentaron las aulas del Colegio.
Y celebran este evento con múltiples muestras de reconocimiento y manifiesta gratitud por la importante labor realizada por estos beneméritos Hermanos y Profesores.
Confiesan con sano orgullo que han recibido una formación y educación humana e intelectual siguiendo los principios pedagógicos y educativos así como las directrices del Fundador San Marcelino Champagnat.
En sus aulas, compartiendo pupitre, filas y actividades, junto con los muchos y gratos recuerdos, dos sentimientos perduran en nuestra memoria: -la nostalgia de los entrañables momentos compartidos entre estudios y compañeros, - y el agradecimiento por la solidez de criterios y conocimientos transmitidos a lo largo de pacientes años de formación, en los que la prisa, afortunadamente, no era entonces, como hoy, una constante.
En sus aulas aprendimos actitudes y principios de solidaridad, modestia, tolerancia, laboriosidad, el trabajo bien hecho, respeto, servicio, cortesía y buenos modales. Se nos ejercitó la comprensión y el razonamiento, el análisis y el estudio, como camino seguro de la convivencia y la aptitud profesional. Fue labor larga, de tiempo, dirigida con entrega y dedicación de los Hermanos y Profesores, y recibida en general con interés por los alumnos. Hemos recordado este sabio principio didáctico que se cumplía en las aulas maristas: "Enseñar deleitando y aprender gozando".
En ese largo proceso, no exento de dificultades, predominan los aspectos positivos, en aquella "lucha" entre romanos y cartagineses, en la digna motivación y estímulo por superar al émulo, sin ofensa ni rivalidad agresiva, sino como fuente de esfuerzo y superación. ¿Quién dijo que este método era engendrar violencia? Hoy echamos de menos en nuestros hijos aquel interés que nosotros teníamos por ganar al émulo y recibir como recompensa un recreo o una tarde de sano esparcimiento.
La competencia, ese comportamiento tan repetidamente demandado en la sociedad actual, se estimulaba con naturalidad en las aulas a través de los campos romanos y cartagineses. El dibujo, artístico y técnico se enseñaba con las reglas más clásicas de las Academias. Las matemáticas se impartían ejercitando por igual los números y los razonamientos, sin atisbo de añorar las actuales calculadoras. La caligrafía, esa labor diaria, ejecutada sobre pupitres de madera y tinteros integrados y culminada como tarea de vacaciones, junto a horas de ocio, que se recogía en cuadernos personales, constituían verdaderas joyas caligráficas.
En las clases se instruía en la lectura de "Platero y yo" con la misma sensibilidad poética que inspiró a su insigne autor, y parte del Quijote fue analizada en su sintaxis y filosofía con semejante erudición a la de la edición de Vicente Gaos.
Cómo olvidar la interpretación teatral entre sainetes y comedias con resultados elocuentes, atreviéndose con tragedias románticas como el "Aben Humeya" de Martínez de la Rosa, convertida, por mor de una original interpretación y puesta en escena, en una de las más cómicas versiones escénicas representadas en el Salón del Colegio.
Se cultivó la afición al cine, con proyecciones tan dispares como "La Reina de Saba", recibida con especial algarabía, y "El tercer hombre", cuya melodía inolvidable todavía perdura en nuestras mentes, sin que los cortes de la censura al uso les quitara un ápice de interés. Se impulsó la fotografía y hasta la inclinación al cine amateur, de donde saldría en 1960 "Historia de unos zapatos", seleccionada por la oficial y única entonces cadena deTVE.
Se formaron competitivos equipos, en su categoría, de jockey sobre patines, de fútbol, balonmano, que cosecharon éxitos deportivos, y, en general las actividades lúdicas y deportivas competían en su interés y en calidad, con escasos medios, pero con la misma fidelidad que la máxima "ora et labora".
Cierto que la religiosidad y la disciplina eran, en consonancia con los tiempos, una constante, a veces forzada, pero de innegables efectos positivos, pues instruía en principios y valores necesarios para una formación humanística y de responsabilidad, hoy lamentablemente postergada en la educación, sin que sea justo juzgarlas sólo bajo la óptica presente.
Lo expuesto no son meras palabras, sino vivencias y sentimientos de lo realmente vivido, que, dentro de sus limitaciones, tuvo indudables aciertos y cuyo empuje y laboriosidad ha traído los ciudadanos libres del presente, pues el conocimiento y el saber es la fuente de la libertad del individuo.
Merecidos son, pues, los reconocimientos de las instituciones y organismos recibidos por la Congregación Marista en Madrid con motivo del centenario del Colegio Chamberí, cuya labor ha contribuído a una sociedad más justa, solidaria y responsable.
Por todo ello, enhorabuena y gracias, Hermanos Maristas y Profesores que habéis realizado con tanta entrega y generosidad vuestra misión y vocación.
Que esa importante labor no se pierda en el tiempo es tarea ahora y siempre de todos y cada uno de cuantos la hemos recibido.
P.D.- Aunque este reconocimiento va dirigido a los Hermanos y Profesores del Colegio Chamberí de Madrid, habrá ex-maristas que disfrutarán de este escrito por la parte que les toca, ya que ejercieron su función docente en este Colegio. Pero se puede también extrapolar a los demás colegios en los que los lectores han trabajado con este mismo espíritu y entrega que reconocen estos Antiguos Alumnos del Colegio Chamberí.
Y a todos los amables lectores, un caluroso y efusivo abrazo fraterno. En último término, la lectura de este texto avivará en todos felices recuerdos pedagógicos y os recordará la siembra que hicisteis en la Viña del Señor. Y si, ni un vaso de agua quedará sin recompensa, mayor será, pues, el haber engendrado - en sentir de san Pablo - la imagen de Jesucristo y la devoción a la Santísima Virgen en las mentes y en los corazones de los niños y jóvenes.
Anualmente se celebran en el Colegio Chamberí de Madrid las Bodas de Plata, de Oro y hasta de Diamante de los alumnos que hace 25, 50 o 60 años frecuentaron las aulas del Colegio.
Y celebran este evento con múltiples muestras de reconocimiento y manifiesta gratitud por la importante labor realizada por estos beneméritos Hermanos y Profesores.
Confiesan con sano orgullo que han recibido una formación y educación humana e intelectual siguiendo los principios pedagógicos y educativos así como las directrices del Fundador San Marcelino Champagnat.
En sus aulas, compartiendo pupitre, filas y actividades, junto con los muchos y gratos recuerdos, dos sentimientos perduran en nuestra memoria: -la nostalgia de los entrañables momentos compartidos entre estudios y compañeros, - y el agradecimiento por la solidez de criterios y conocimientos transmitidos a lo largo de pacientes años de formación, en los que la prisa, afortunadamente, no era entonces, como hoy, una constante.
En sus aulas aprendimos actitudes y principios de solidaridad, modestia, tolerancia, laboriosidad, el trabajo bien hecho, respeto, servicio, cortesía y buenos modales. Se nos ejercitó la comprensión y el razonamiento, el análisis y el estudio, como camino seguro de la convivencia y la aptitud profesional. Fue labor larga, de tiempo, dirigida con entrega y dedicación de los Hermanos y Profesores, y recibida en general con interés por los alumnos. Hemos recordado este sabio principio didáctico que se cumplía en las aulas maristas: "Enseñar deleitando y aprender gozando".
En ese largo proceso, no exento de dificultades, predominan los aspectos positivos, en aquella "lucha" entre romanos y cartagineses, en la digna motivación y estímulo por superar al émulo, sin ofensa ni rivalidad agresiva, sino como fuente de esfuerzo y superación. ¿Quién dijo que este método era engendrar violencia? Hoy echamos de menos en nuestros hijos aquel interés que nosotros teníamos por ganar al émulo y recibir como recompensa un recreo o una tarde de sano esparcimiento.
La competencia, ese comportamiento tan repetidamente demandado en la sociedad actual, se estimulaba con naturalidad en las aulas a través de los campos romanos y cartagineses. El dibujo, artístico y técnico se enseñaba con las reglas más clásicas de las Academias. Las matemáticas se impartían ejercitando por igual los números y los razonamientos, sin atisbo de añorar las actuales calculadoras. La caligrafía, esa labor diaria, ejecutada sobre pupitres de madera y tinteros integrados y culminada como tarea de vacaciones, junto a horas de ocio, que se recogía en cuadernos personales, constituían verdaderas joyas caligráficas.
En las clases se instruía en la lectura de "Platero y yo" con la misma sensibilidad poética que inspiró a su insigne autor, y parte del Quijote fue analizada en su sintaxis y filosofía con semejante erudición a la de la edición de Vicente Gaos.
Cómo olvidar la interpretación teatral entre sainetes y comedias con resultados elocuentes, atreviéndose con tragedias románticas como el "Aben Humeya" de Martínez de la Rosa, convertida, por mor de una original interpretación y puesta en escena, en una de las más cómicas versiones escénicas representadas en el Salón del Colegio.
Se cultivó la afición al cine, con proyecciones tan dispares como "La Reina de Saba", recibida con especial algarabía, y "El tercer hombre", cuya melodía inolvidable todavía perdura en nuestras mentes, sin que los cortes de la censura al uso les quitara un ápice de interés. Se impulsó la fotografía y hasta la inclinación al cine amateur, de donde saldría en 1960 "Historia de unos zapatos", seleccionada por la oficial y única entonces cadena deTVE.
Se formaron competitivos equipos, en su categoría, de jockey sobre patines, de fútbol, balonmano, que cosecharon éxitos deportivos, y, en general las actividades lúdicas y deportivas competían en su interés y en calidad, con escasos medios, pero con la misma fidelidad que la máxima "ora et labora".
Cierto que la religiosidad y la disciplina eran, en consonancia con los tiempos, una constante, a veces forzada, pero de innegables efectos positivos, pues instruía en principios y valores necesarios para una formación humanística y de responsabilidad, hoy lamentablemente postergada en la educación, sin que sea justo juzgarlas sólo bajo la óptica presente.
Lo expuesto no son meras palabras, sino vivencias y sentimientos de lo realmente vivido, que, dentro de sus limitaciones, tuvo indudables aciertos y cuyo empuje y laboriosidad ha traído los ciudadanos libres del presente, pues el conocimiento y el saber es la fuente de la libertad del individuo.
Merecidos son, pues, los reconocimientos de las instituciones y organismos recibidos por la Congregación Marista en Madrid con motivo del centenario del Colegio Chamberí, cuya labor ha contribuído a una sociedad más justa, solidaria y responsable.
Por todo ello, enhorabuena y gracias, Hermanos Maristas y Profesores que habéis realizado con tanta entrega y generosidad vuestra misión y vocación.
Que esa importante labor no se pierda en el tiempo es tarea ahora y siempre de todos y cada uno de cuantos la hemos recibido.
P.D.- Aunque este reconocimiento va dirigido a los Hermanos y Profesores del Colegio Chamberí de Madrid, habrá ex-maristas que disfrutarán de este escrito por la parte que les toca, ya que ejercieron su función docente en este Colegio. Pero se puede también extrapolar a los demás colegios en los que los lectores han trabajado con este mismo espíritu y entrega que reconocen estos Antiguos Alumnos del Colegio Chamberí.
Y a todos los amables lectores, un caluroso y efusivo abrazo fraterno. En último término, la lectura de este texto avivará en todos felices recuerdos pedagógicos y os recordará la siembra que hicisteis en la Viña del Señor. Y si, ni un vaso de agua quedará sin recompensa, mayor será, pues, el haber engendrado - en sentir de san Pablo - la imagen de Jesucristo y la devoción a la Santísima Virgen en las mentes y en los corazones de los niños y jóvenes.
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